jueves, 21 de mayo de 2009

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Historia [editar]
Los carolingios [editar]
Véase también: Carolingios


La dinastía deriva del matrimonio de los hijos de Arnulfo de Metz y Pipino el Viejo, ambos descritos por Fredegario como los señores más importantes de Austrasia. La familia consolidó su poder desde el segundo tercio del siglo VII consiguiendo que el oficio de mayordomo de palacio fuese hereditario, y convirtiéndose así en los verdaderos gobernantes de los francos; mientras que los reyes merovingios quedaban reducidos a un papel nominal, es por ello que se les denomina «Reyes holgazanes»
El mayordomo de palacio de todos los reinos merovingios, Pipino el Breve (hijo del mayordomo Carlos Martel y descendiente de Pipino el Viejo), logró destronar a su rey merovingio Childerico III en 751, y fue reconocido rey de los francos con apoyo del Papa Zacarías, y posteriormente ungido como rey por el Papa Esteban II en 754. Así, aunque Pipino fue rey electo, aseguró su legitimidad divina a través del Papa.
En efecto, Pipino consolidó su posición en 754 al fraguar una alianza con el papa Esteban II, quien obsequió al rey de los francos una copia de la Donación de Constantino en París, y le ungió a él y a su familia en una majestuosa ceremonia en Saint-Denis, declarándole «patricius Romanorum» («protector de los romanos»). El año siguiente, Pipino cumplió la promesa hecha al papa y recuperó el exarcado de Rávena, recientemente perdido ante los lombardos, entregándoselo al papa en lugar de devolvérselo al emperador bizantino. Pipino entregó también los territorios reconquistados en los alrededores de Roma, dando pie a la creación de los Estados Pontificios en la Donación de Pipino, que dejó en la tumba de San Pedro. El pontífice tenía buenas razones para esperar de la reconstruida monarquía franca que proporcionara una base de poder leal (potestas) en la creación de un nuevo orden mundial, centrado en la figura del papa.
Carlomagno [editar]
Artículo principal: Carlomagno


Estatua de Carlomagno en Fráncfort (Alemania)
Pipino repartió el reino a su muerte en 768, entre sus hijos Carlos y Carlomán. De todas formas, Carlomán se retiró a un monasterio y murió poco tiempo después, dejando a su hermano como único rey. Éste pasaría más tarde a ser conocido como Carlomagno, en francés Charlemagne y en alemán Karl der Große. Era un personaje poderoso, inteligente y relativamente culto, que se convertiría en una leyenda para la historia posterior tanto de Francia como de Alemania. Carlomagno restableció un equilibrio de poder entre el emperador y el papa.
A partir del año 772, Carlomagno emprendió una larga guerra en la que conquistó y derrotó a los sajones para incorporar sus territorios al Imperio Franco (las últimas incursiones de Carlomagno sobre los territorios sajones está datada en 804 por los Annales Regni Francorum). Esta campaña se sumó a la práctica de líderes cristianos no romanos que provocaban la conversión de sus vecinos por la fuerza. Los misionarios católicos francos, junto a otros de Irlanda y de la Inglaterra anglosajona, habían penetrado en territorio sajón desde mediados del siglo VIII, resultando en un aumento de los enfrentamientos con los sajones, que se resistían a los empeños misionarios acompañados de incursiones militares. El principal oponente sajón de Carlomagno, Widukind, aceptó ser bautizado en el 785, como parte de unos acuerdos de paz, pero otros líderes sajones continuaron con la lucha. Tras su victoria en el 782 en Verden, Carlomagno ordenó la matanza masiva de miles de prisioneros sajones paganos. Tras varios levantamientos más, los sajones sufrieron la derrota definitiva en el 804. Esto expandió el Imperio Franco hacia el este, hasta el río Elba, algo que el Imperio Romano sólo intentó una vez, y en lo que falló en la batalla del Bosque de Teutoburgo (año 9 d. C.). Para poder cristianizar con más efectividad a los sajones, Carlomagno fundó varias diócesis, entre las que se cuentan las de Bremen, Münster, Paderborn y Osnabrück.
Al mismo tiempo (773774), Carlomagno conquistó a los lombardos, incluyendo de esta manera el norte de Italia en su esfera de influencia. Renovó el donativo al Vaticano y la promesa al papado de continuar la protección por parte de los francos.
En el 788, Tasilón III, duque de Baviera, se rebeló contra Carlomagno. Tras aplastar la revuelta, éste incorporó Baviera a su reino. Además de expandir los horizontes de sus dominios, redujo de manera drástica el poder y la influencia de los agilofingios (la familia de Tasilón), otra de las familias influyentes de entre los francos y sus potenciales rivales. Hasta el 796, Carlomagno continuó expandiendo su reino todavía más hacia el sureste, hasta la actual Austria y a partes de Croacia.
De esta manera, Carlomagno creó un reino que alcanzaba desde los Pirineos al suroeste (incluyendo de hecho una zona del norte de la Península Ibérica (Marca Hispánica tras 795), pasando por casi toda la Francia moderna (a excepción de Bretaña, que nunca fue conquistada por los francos), y al este la mayor parte de la actual Alemania, incluyendo el norte de Italia y la actual Austria. En la jerarquía de la Iglesia, los obispos y abades buscaban la protección del palacio del rey, fuente tanto de protección como de seguridad. Carlomagno se había erigido en líder de la cristiandad occidental, además de impulsar un «Renacimiento carolingio» en la cultural literaria, gracias a su apoyo a monasterios como centros de enseñanza.


Carlomagno según una ilustración de Alberto Durero (1511)
El día de Navidad de 800, el papa León III coronó a Carlomagno como «Emperador que gobierna el Imperio Romano», en Roma, en una ceremonia presentada como inesperada, puesto que Carlomagno no deseaba encontrarse en deuda con el obispo de Roma, y a su hijo Carlos el Joven como rey de los francos. Se trataba de uno más de los gestos llevados a cabo por el papado para definir los papeles de auctoritas papal y potestas imperial; así como para considerarle como sucesor de los emperadores romanos. Esto originó una serie de disputas con los bizantinos por el nombre de Imperio Romano. Tras una primera protesta por la usurpación, en 812, el emperador bizantino Miguel I Rangabé reconoció a Carlomagno como emperador (basileus), pero no como emperador de los romanos (Βασιλεύς των Ρωμαίων), título que se reservó el bizantino como el verdadero sucesor de los emperadores romanos. La coronación sirvió para dar una legitimidad permanente a la primacía carolingia entre los francos.
Tras la muerte de Carlomagno el 28 de enero de 814 en Aquisgrán, fue enterrado en su Capilla Palatina.
Carolingios posteriores [editar]
Carlomagno tuvo varios hijos, pero sólo uno le sobrevivió. Fue Luis el Piadoso, quien sucedió a su padre al frente del imperio unificado. Pero el hecho de que heredase el puesto fue más un asunto de azar que intencionado. Tras tres guerras civiles, Luis murió en 840, y sus tres hijos supervivientes decidieron repartirse el territorio en el tratado de Verdún, en 843:
1. El hijo mayor (de los que sobrevivieron), de Luis, Lotario I emperador desde el año 817, le correspondió los francos centrales con las capitales imperiales Aquisgrán y Roma. A su vez, sus hijos se dividieron este imperio en Lotaringia, Burgundia e Italia (septentrional). Estas zonas desaparecerían más tarde, integrándose en el Imperio germánico.
2. El segundo hijo de Luis, Luis el Germánico, pasó a ser rey de los francos del este. Esta zona sería el origen de lo que más tarde fue el Sacro Imperio Romano Germánico, que con el tiempo llegó a ser, aproximadamente, la actual Alemania.
3. Su tercer hijo, Carlos el Calvo, pasó a ser rey de los francos del oeste. La zona que ocupó llegaría a ser la actual Francia.

El reino de Carlomagno sobrevivió a su fundador y se extendió por gran parte de la Europa occidental, sin embargo, sus sucesores se mostraron incapaces de mantenerlo. El mapa muestra los territorios del el emperador Luis II (verde), y los del rey de los francos orientales Luis el Germánico (amarillo) y occidentales Carlos el Calvo (morado) tras el reparto del tratado de Mersen (870).
Más tarde, mediante el tratado de Mersen (870) y Ribemont (880) se realizó una nueva división de los territorios, en detrimento de Lotaringia.
El 12 de diciembre de 884, tras una serie de fallecimientos, el emperador Carlos III el Gordo reunió la mayor parte del Imperio Carolingio, sólo Bosón de Provenza resistía como rey en Vienne.
A finales de 887, su sobrino, Arnulfo de Carintia se sublevó y se hizo con el título de rey de los francos del este (actual Alemania). Carlos se retiró y murió poco después, el 13 de enero de 888. Italia, y las dos Borgoñas tuvieron reyes propios. En la Francia occidental, Odón, conde de París fue elegido rey y fue coronado al mes siguiente, pero en Aquitania Ranulfo se proclamó rey. Diez años más tarde, los carolingios recuperaron el poder en Francia, donde gobernaron hasta 987, año de la muerte del último rey de la dinastía carolingia Luis V.
Causas de la disgregación del Imperio [editar]
A pesar de sus esfuerzos y su inclaudicable empeño, Carlomagno no logró dotar a su Imperio de una organización política que pudiera subsistir por sí misma a las amenazas que se cernían sobre él. Toda la organización del Imperio descansaba sobre una condición necesaria: la fidelidad de los nobles al Emperador y Rey de los Francos y de los Lombardos. Todo ello en un contexto económico y social en el cual los condados se volvían cada vez más autónomos: en principio, como resultaba muy costoso mantener a un guerrero a caballo con todo su equipamiento, sólo los grandes propietarios podían permitírselo y los restantes hombres libres no tenían otra alternativa que encomendarse a un señor como vasallos. Hay que destacar que no existía un ejército permanente en el Reino de los Francos sino que se realizaban levas de armas y cada guerrero debía equiparse por su cuenta. Se vivía en una sociedad rural cuya economía era la agricultura de subsistencia, las ciudades estaban despobladas y reducidas a su mínima expresión y el comercio había prácticamente desaparecido. La burguesía aún no había surgido como clase social y las provincias tenían que subsistir con sus propios recursos.
Así, entre el Emperador y los hombres libres cada vez cobró más fuerza la casta intermediaria de los nobles a quienes sus vasallos debían responder. Era sólo cuestión de tiempo que en un tan extenso Imperio en el cual las comunicaciones eran tan escasas y deficientes, los vasallos respondieran más a sus señores locales que al Emperador.
Mientras Carlomagno vivió, su extraordinario y bien ganado prestigio, su mano firme y su férrea voluntad, y los beneficios que reportaban a la nobleza las conquistas territoriales, hicieron que se le obedeciera por encima de la desintegración que estaba en ciernes. Únicamente si su sucesor hubiera sido un rey con los talentos de Carlomagno hubiera tenido el Imperio posibilidades de sobrevivir. Pero su hijo Carlos, quien tenía un gran talento militar y a quien Carlomagno había confiado algunas de sus misiones más difíciles, lamentablemente no le sobrevivió.
Ya en vida de Carlomagno se había producido un hecho que habitualmente la mayoría de los historiadores no menciona pero que nos permite deducir que algo malo estaba pasando con la fidelidad sobre la base de la cual estaba erigido el esqueleto del Imperio. En el verano del año 807, muy pocos de los señores y guerreros convocados a la asamblea anual se presentaron y, por primera vez, la asamblea no pudo realizarse. Fue un hecho sin precedentes. Carlomagno lo interpretó como una rebelión a su autoridad, envió a sus missi a investigar cada condado y castigó con edictos esa creciente deserción.
Muerto Carlomagno y dado el poco talento político de su hijo y sucesor Luis el Piadoso, los hechos se precipitaron. Las guerras civiles entre el monarca y sus hijos acabaron con el prestigio del Emperador. La fidelidad que sólo se mantenía por la extraordinaria figura de Carlomagno desapareció y el Imperio, ya herido de muerte, terminó de naufragar merced a la exacerbación de los ataques de los nórdicos, dando paso al pleno auge del Feudalismo.
Pero no nos engañemos: el Imperio era inviable dadas las condiciones económicas, políticas y sociales de la época y sólo la fortísima personalidad y el talento de Carlomagno habían podido sostenerlo. Sus sucesores estaban llamados a beber, a su turno, de la misma copa amarga de la que sus antepasados habían hecho beber a los reyes merovingios.
El legado carolingio [editar]
A pesar de ser algo accidental desde el punto de vista histórico,la unificación de la mayor parte de lo que hoy conocemos como Europa central bajo el mando de un sólo líder sirvió de sustrato para la continuación de lo que se conoce como «Renacimiento carolingio». A pesar de las guerras internas casi constantes que tuvo que soportar el Imperio Carolingio, la extensión del gobierno franco y la cristiandad romana en un territorio tan vasto aseguró una unidad fundamental durante el imperio. Cada parte del Imperio Carolingio se desarrolló de manera distinta; el gobierno y la cultura de los francos dependían en gran medida de cada uno de los líderes y de sus objetivos. Objetivos que cambiaban tan fácilmente como las alianzas políticas entre las distintas familias francas. De todos modos, esas familias, incluidos los carolingios, compartían todas las mismas creencias básicas e ideas de gobierno. Ideas y creencias que tenían sus raíces en un pasado proveniente tanto de la tradición germánica como romana. Una tradición que se remonta a mucho antes del ascenso de los carolingios y que se prolongó en cierta medida incluso después de las muertes de Luis el Pío y sus hijos.
Política interior [editar]
Carlomagno dividió el territorio en marcas, condados y Ducado:

Condados: Era la unidad de la circunscripción administrativa encomendada a un conde con el fin de cumplir las disposiciones reales, presidir el mallus judicial, dirigir los contingentes militares, cobrar impuestos y ordenar el gasto. , que nombraba el rey y les otorgaba poder militar, administrativo y judicial.
Marcas: En las zonas fronterizas el mando militar de varios condados se unifica en manos de un marqués, aunque los condes conservaban el resto. Así ocurría en las marcas de Gotia, Bretaña, Friul, Nordalbingia y venda, y la Marca ávara.
Ducado: Podía designar a un título de prestigio que alude a una categoría de mando elevada, sencillamente a un marqués, o a algún territorio autónomo o externo al imperio.
El máximo poder del Imperio residía en el emperador, que tenía poder para convocar las armas, administrar justicia y designar a los nobles que gobernaban los territorios.
El palacio o corte era el núcleo de la Administración y estaba dirigido por un chambelán (sucesor del cargo de mayordomo de palacio). A su cargo estaban el copero, responsable de la bodega; el mariscal, responsable de la caballería y el establo; y el senescal, responsable de los asuntos de la corte. Las otras instituciones de la Administración eran la cancillería, que dirigía los asuntos civiles y eclesiásticos, así como el tribunal palatino, que aplicaba las leyes a los habitantes del Imperio.
Los condes percibían como pago a su gestión las rentas o usufructo de una parte de fisco que la monarquía tenía en el condado, a esto se llama honor. Dada la gran extensión del territorio imperial y el deficiente nivel técnico de los medios de comunicación, los condes aprovechaban para abusaban de su poder para aumentar sus propiedades territoriales radicadas en el condado y emparentar con familias poderosas del condado. Los inspectores de palacio o missi dominici eran los encargados de que los marqueses y los condes gobernaran según las directrices del Emperador, para ello acudían en parejas a los territorios a comprobar el cumplimiento de las leyes. Sin embargo, los condes salían de un ámbito reducido de terratenientes aristocráticos, y de la misma forma los missi, de manera que aunque actuaban fuera de su esfera de influencia, compartían los intereses de aquellos a quienes inspeccionaban.
Cuando la realeza fue fuerte, pudo imponer su autoridad sobre los condes, pero cuando la realeza carolingia decaiga en poder militar por las guerras civiles y los saqueos normandos, sarracenos y magiares, resultó más difícil desproveer a un conde de la jurisdicción del territorio asignado.
Economía [editar]
Artículo principal: Economía del Imperio Carolingio
El comercio en la época del emperador franco Carlomagno (742-814) se redujo al transporte de algunos toneles de vino o sal, al tráfico prohibido de esclavos y a unos pocos artículos de lujo traídos de Oriente. Desde el cierre del Mediterráneo por el Islam se acabó la actividad comercial regular, la circulación constante y organizada, así como la clase de mercaderes profesionales o de sus establecimientos en las ciudades. Aunque pervivieron pequeños y rudimentarios mercados locales, se destacó el empobrecimiento general de la época. La circulación de dinero se volvió lenta e insuficiente. Aunque el imperio de Carlomagno fue muy brillante culturalmente hablando, en el aspecto económico fue un siglo de regresión. Los recursos del soberano se limitaron a las rentas de sus dominios, a los tributos de los pueblos vencidos y al botín de guerra.
La base económica, tanto del Estado como de la sociedad, será entonces la propiedad territorial. El estado Carolingio fue esencialmente agrícola. El comercio era insignificante y por lo tanto no existía más fortuna que los bienes raíces, ni más trabajo que el rural. La desaparición de los pequeños propietarios libres se aceleró, la necesidad de protección los obligó a buscar la tutela de los poderosos.
Con la casi desaparición de la circulación comercial, de la clase comerciante y de la población urbana, resultó inútil seguir produciendo más de lo mínimo indispensable para la subsistencia de los habitantes, propietarios y arrendatarios, que vivían en el dominio. La economía de cambio fue sustituida por una economía de consumo. Cada dominio, en lugar de continuar su relación con el exterior, constituyó un pequeño mundo aparte. Vivió de sí mismo y para sí mismo.
Cultura y arte [editar]
Se suele conocer a este periodo del entorno del año 800 con el nombre de Renacimiento carolingio, no tanto porque diera origen a algo similar al Renacimiento del siglo XV, sino por comparación con la decadencia cultural del periodo anterior.
Carlomagno (como la mayoría de los hombres de su tiempo, incluidos los nobles y muchos clérigos) no sabía leer, ni escribir, ni siquiera aritmética. No obstante, intentó elevar el nivel cultural del Imperio creando la Escuela Palatina de Aquisgrán, y puso en su dirección al célebre Alcuino de York. En ella se formaron él, sus hijos y todos los funcionarios de la corte.
Esta Escuela se convirtió en modelo para la fundación de otras en toda Europa. Divulgó las artes, las ciencias, las letras y todo el conocimiento de la Antigüedad con sus materias:
Trivium: retórica, gramática y dialéctica.
Quatrivium: geometría, astronomía, aritmética y música.
El arte carolingio estaba basado fundamentalmente en dos estilos: el arte clásico griego y el arte cristiano, pero con algunas influencias de sus vecinos bizantino e islámico.
Escultura: Los ejemplos conservados son muy escasos, si bien las esculturas de marfil han sobrevivido y son de una gran belleza.
Arquitectura: La arquitectura carolingia se reflejaba en edificios religiosos y algunos palacios. Se caracteriza por usar la planta de cruz latina de tres naves; arcos de medio punto, de herencia romana; cubiertas de madera; columnas con capiteles esquemáticos y pilares cuadrados y cruciformes.
Mosaicos y miniaturas: Entre las obras de arte más notables de esta época, sobresalen los mosaicos y las miniaturas que ilustran los Evangelios, además de la orfebrería que decoraba todos sus templos.



CAROLINA NESPRIAS Y GERMAN BUENO...


EL IMPERIO CAROLINGIOLA EDAD MEDIA EN EUROPA OCCIDENTAL - EL IMPERIO DE CARLOMAGNO















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EL IMPERIO DE CARLOMAGNO

El reino de los francos fue el más estable y duradero de los fundados por los pueblos germánicos en Europa.
A partir del siglo VIII, una nueva dinastía de reyes, descendientes de la familia de los Heristal, le dio su mayor esplendor, y extendió su poder a todos los países de Occidente, en la misma época en que los árabes consolidaban su dominio en la península ibérica. Carlos Martel que, como vimos, detuvo a los árabes en su avance sobre Europa en la memorable batalla de Poitiers (732), tuvo dos hijos: Carlomán, que profesó como monje, y Pipino, apodado el Breve por su baja estatura, que depuso a Childerico III y se apoderó del trono en el año 751 y reinó hasta el 768, inaugurando la dinastía de los carolingios. A su muerte, sus dos hijos, Carlomán y Carlos, fueron elegidos reyes de los francos, pero, como era de prever, no lograron coordinar sus acciones y se enfrentaron entre sí.
La solución de esta difícil situación se vió facilitada por el fallecimiento de Carlomán en el año 771, con lo que quedó Carlos en posesión total de los dominios de su familia, pues los hijos de Carlomán lo eligieron como jefe.
CARLOMAGNO
Carlos ya era conocido por sus condiciones personales como El Grande (Magno), por lo cual fue llamado Carlomagno. Una vez en ejercicio del poder, Carlomagno se dirigió a combatir a los lombardos en Italia, para proteger al papa Adriano IV. En el año 774 venció a Desiderio, rey de los lombardos, y dos años después deshizo por completo su reino. Desde entonces Italia quedó repartida, entre ti-es soberanos: el papa, Carlomagno y el emperador bizantino.
Carlomagno se proclamó rey de los longobardos y ciñó la corona de hierro, así llamada porque su aro interior había sido hecho con un clavo utilizado en la crucifixión de Jesucristo.
Poco tiempo más tarde, fue llamado a España (778) por un jefe árabe sublevado contra el emir de Córdoba. En consecuencia, atravesó los Pirineos y venció a los moros, obligándolos a retroceder en el territorio conquistado hasta la línea del río Ebro. A su regreso la retaguardia de su ejército fue sorprendida por los vascos o gascones y derrotada en el paso de Roncesvalles, donde murió su sobrino Rolando o Roldán, episodio que dio lugar a una famosa composición en verso.
Con posterioridad, los francos organizaron seis expediciones, con resultado de las cuales Carlomagno fundó dos marcas o provincias fronterizas, la de Barcelona y la de Gascuna.
Carlomagno culminó luego una larga guerra (772-785) contra los sajones, eficazmente conducidos por Widukindo, los que, a pesar de una enconada resistencia, fueron finalmente vencidos y sometidos, convirtiéndose al cristianismo.
Estos triunfos le permitieron extender sus dominios hasta el río Oder. Los bávaros fueron también vencidos y la misma suerte corrieron los ávaros, descendiente de los hunos (788-796), establecidos sobre las costas del Danubio. Finalizada esta campaña, Carlomagno creó la marca del Este (Ostereich), que más tarde constituyó el reino de Austria.
EL IMPERIO
Una vez Finalizadas estas campañas, las posesiones de Carlomagno comprendían la Galia, Italia, Germania y una parte de España, con lo cual quedó restablecido el antiguo Imperio romano de Occidente.
Fue en estas circunstancias que el 25 de diciembre del año 800, mientras Carlomagno oraba en la basílica de los apóstoles San Pedro y San Pablo, en Roma, el papa León III ciñó su cabeza con la corona imperial, a semejanza de lo que ocurría con los emperadores de Bizancio. De esta manera se consolidó la unión de la Iglesia y el estado.
Para mejorar la administración de su vasto imperio, Carlomagno acrecentó el número de duques y condes, cuyos subalternos fueron los vicarios y los centenarios. La labor de éstos se complementaba con la de otros funcionarios de confianza llamados missi dominici (enviados del señor), que recorrían el territorio en cada estación, de dos en dos un conde y un obispo—, para verificar el buen desempeño de sus súbditos.
Dos veces al año se celebraban las asambleas nacionales en las que participaban solamente los obispos, los duques y los condes. Durante su transcurso Carlomagno publicaba sus ordenanzas conocidas con el nombre de capitulares, por estar enunciadas en capítulos, que no siempre tenían el carácter de leyes. En ocasiones se trataba de normas o preceptos morales. Carlomagno prestó principal atención a la organización militar, a cuyo efecto las provincias fronterizas, llamadas marcas, estuvieron a cargo de jefes que recibieron el nombre de Margraves en Alemania y marqueses en los países latinos. El ejército se componía de hombres libres, que debían aportar sus elementos de combate, cuya cantidad y calidad variaba de acuerdo con el patrimonio de cada combatiente. También tuvo especial preocupación por la organización eclesiástica, de la cual se sentía responsable. Con tal objeto creó nuevos obispados y obligó al pago del diezmo, que consistía en el aporte de la décima parte de las cosechas, para el mantenimiento de la Iglesia. Durante el reinado de Carlomagno se llevaron a cabo numerosas obras públicas, entre las que sobresalieron los puentes de madera levantados sobre el Rin y el Danubio; el comienzo de la construcción de un canal entre ambos ríos y la edificación de palacios.
El Imperio Carolingio
El Renacimiento Carolingio
En materia cultural, Carlomagno procuro estimular el desarrollo de las letras y de las ciencias, decaídas por efecto de las luchas, a través de su propio ejemplo. A tal efecto, aprendió el latín y estudió la lengua germánica. Fundó escuelas y se rodeó de sabios, entre los cuales sobresalieron el teólogo Alcuino, nacido en Inglaterra, el lombardo Diácono y el germano Eginardo. Carlomagno asistió a la escuela que funcionó en su propio palacio de Aquisgrán, que mas bien tenía el carácter de una academia, donde se trataban y discutían temas de carácter científico y literario, basados en el estudio de las denominadas artes liberales, que comprendían el trivium (gramática, retórica y dialéctica) y el quadriuium (geometría, aritmética, astrología y música), según el método de lectura y comentario de textos. Paralelamente funcionaba una escuela para niños, que visitaba con frecuencia.
Hasta entonces eran pocos los que tenían una cultura clásica. Entre ellos sobresalían los monjes benedictinos, quienes fueron los más celosos custodios de esa valiosa herencia. Este resurgimiento cultural ha sido llamado el renacimiento carolingio.
División del imperio
Rodeado del cariño de su pueblo y de la admiración de los extranjeros, Carlomagno falleció en su palacio de Aquisgrán (Aix-la-Chapelle), el 28 de enero de 814. A su muerte, los pueblos sometidos trataron de recobrar su independencia y la estructura del imperio se resquebrajó hasta partirse.
Su hijo Luis el Benigno o Ludovico Pío, que le sucedió en el trono, dividió el imperio en el año 817 entre sus tres hijos: Lotario, Pipino y Luis. Disconforme con este reparto, su sobrino Bernardo, que era el rey de Italia, se sublevó, pero fue vencido.
Posteriormente, Ludovico se casó en segundas nupcias con una hija del rey de Baviera (819) con la que tuvo otro hijo, Carlos, a quien quiso hacer partícipe del reparto y entregarle un reino, pero sus otros hijos se sublevaron y Ludovico fue depuesto, aunque más tarde fue restablecido en el trono por la asamblea de Nimega (830).
Esta resolución dio lugar a que sus hijos se sublevaran nuevamente en el año 833. Abandonado por su ejército, fue degradado públicamente, pero poco después fue restaurado por segunda vez en el trono (834).
Tiempo más tarde, su hijo menor, Luis el Germánico, quitó sus dominios a los hijos de Pipino, rey de Aquitania, que murió en el año 838 y además, convenció a su hermano Lotario que le cediera sus posesiones; con lo cual unificó las fuerzas para luchar contra su padre, que falleció en 840, cuando se dirigía a enfrentar al vástago rebelde.
Con la muerte de Ludovico Pío, sus dos hijos menores , Luis y Carlos, se unieron contra Lotario, que reclamé la 3ucesión de su padre y el título de emperador. El entredicho derivé en un enfrentamiento militar, que tuvo lugar en Fontenoy, el 25 de junio de 841. La batalla se prolongó durante todo un día, hasta que el ejército de Lotario se retiro del campo, sin estar definitivamente derrotado.
En esas circunstancias, Luis y Carlos ratificaron su unión con el famoso juramento de Estrasburgo. prestado en presencia de los dos ejércitos (842).
Tratado de Verdún
Al año siguiente (843), Lotario se avino a firmar un tratado en Verdún, por el cual se llevó a cabo otro reparto, de tal manera que Carlos, apodado el Calvo, se quedó con la Galia, aunque con una superficie más reducida, comprendida por los ríos Escalda, Mosa, Saona, los montes Cevenes y la desembocadura del Ródano. A este territorio se lo llamó Francia. Luis el Germánico obtuvo la extensión situada al Este del Rin, que se llamó Germania (Alemania). Por último, Lotario recibió Italia y una franja de territorio separada de la Galia. que comprendía parte de Suiza, la Borgoña, Provenza y Austrasia (Alcasia y Lorena). Todo el conjunto recibió el nombre de Lotaringia.
Con esta división, desapareció el imperio de Carlomagno y surgieron tres incipientes estados que, con algunas variantes en su integración territorial, perduraran hasta nuestros días.
No obstante, la desmembración no se contuvo con esta división, sino que cada una de las tres partes continué fraccionándose en pequeños estados.
En Francia, Carlos el Calvo no pudo mantener su autoridad sobre los duques, marqueses y condes, que fueron emancipándose gradualmente. Estas divisiones fueron favorecidas por el famoso edicto de Mersen (847), del propio Carlos el Calvo, por el cual se establecía que los hombres libres debían reunirse en tomo de un señor, y luego por el edicto de Krersy del Oise (877), que admitió que el título de conde fuera hereditario.

EL TIEMPO DE LOS CAROLINGIOS
Los carolingios son merovingios que con el tiempo se constituirán como verdaderas dinastías. Reunieron bajo su autoridad la Galia, la Germania occidental, el macizo alpino e Italia del norte.
En la Galia, los grandes nobles se disputaban el cargo de mayordomos de palacio, que les hacía dueños de la situación. Los carolingios se apoderaron de dicho cargo.
Pipino de Heristal ocupó la mayordomía de Austrasia en el 680. Siete años más tarde consiguió derrotar a los neustrios, ocupando así Neustria. Con su muerte va a haber una revuelta en dicho reino.
Su hijo, Carlos Martel renovó la conquista, haciéndose con el poder de Austrasia y Neustria (719). Emprendió una amplia política de conquistas. En Germania lucha contra los sajones y los frisones del N (consigue Baviera). En Aquitania detuvo la invasión musulmana en la batalla que libró en los alrededores de Poitiers y, más tarde, obligó a Borgoña y a Provenza a reconocer su autoridad. Carlos Martel logró todos sus objetivos en el 739. Algunas de las causas que favorecieron esta situación fueron las siguientes:
* Compró a la nobleza a través de beneficios territoriales que procedían de la usurpación de tierras eclesiásticas.
* Un factor técnico, la adopción del estribo, dotó a la caballería de una mayor eficacia en el combate.
La figura de Carlos Martel adquiere tanto prestigio que acuden a él en busca de ayuda. Gregorio III (Papa) solicitó en vano la ayuda de éste contra los lombardos.
Muere en 741 y establece como sucesores a sus hijos: Carlomán y Pipino (el Breve). Pipino, a la muerte de su padre, heredó Borgoña, Neustria y Provenza, compartiendo el poder con su hermano, aunque éste último desaparece pronto de la escena política.
Pipino, en el 751, depone, con el apoyo del Papa Zacarías, a Childerico III. Este mismo año se hace elegir rey por medio de una asamblea de nobles reunida en Soissons y fue ungido por el legado del Papa (ceremonia de coronación). La alianza entre el reino franco y el papado se hizo patente cuando Esteban II acudió a la corte de Pipino en busca de ayuda contra los lombardos (que habían conquistado Rávena y querían entrar en Roma). Con la ayuda prestada consigue que:
* El pontífice vea su poder.
* Asegurar la legitimidad de su poder y la posibilidad de transmitirlo a sus hijos (también ungidos).
Antes de morir (768), repartió su reino entre sus dos hijos: Carlomán y Carlos I -el Grande- (Carlomagno). El reparto va a provocar discordias entre ambos pero, tres años más tarde, Carlomán muere, con lo que Carlomagno obtiene sin ninguna dificultad su reino.
Carlomagno va a unificar el occidente europeo, política y culturalmente, y va a llevar a cabo logros militares, políticos y culturales.
En su conquista va a seguir la línea de Carlos Martel (abuelito) y Pipino el Breve (papaíto): hacia el Este (son paganos). Los motivos de la conquista son dos:
* Extender el cristianismo.
* Evitar otro tipo de amenaza.
En el 774 conquistó el reino lombardo, que amenazaba a los estados pontificios y se oponía a la expansión franca, y recibió la corona de hierro de los lombardos.
Aquitania y la mayor parte de Italia eran reinos subordinados. Pero el problema fundamental eran los sajones, a los que venía combatiendo desde el 772 y que no fueron sometidos sino al cabo de treinta años (802). Sajonia fue por fin dominada.
Otro éxito importante se produce cuando consigue el control de Baviera. Dividió la tierra en condados y fueron integrados en el imperio en el 788.
También destruyó el imperio ávaro, en Panonia. En el 796 se apoderó del campamento del jefe ávaro.
De esta forma el estado franco extendió sus fronteras hacia el E y el N.
Para dominar el S organizó dos expediciones que se reunieron frente a Zaragoza, con objeto de tomar posesión de esta plaza musulmana de acuerdo con el gobernador, pero éste cambió de parecer, y Carlomagno, que no llevaba fuerzas suficientes para asediarla, tuvo que pasar de nuevo los Pirineos y su retaguardia fue deshecha en Roncesvalles (778).
Desde entonces renunció a la conquista y se contentó con avanzar lentamente en Cataluña, donde constituyó una marca fronteriza: Marca Hispánica.
A pp del s. IX, el imperio franco era ya un vasto imperio. Carlomagno era el árbitro de occidente y el Papa, León III, le pidió ayuda contra sus enemigos (799). Debido a la situación en oriente, Carlos tuvo que asegurar la defensa de la Iglesia y logró ocupar el trono imperial. El día de Navidad del 800 fue coronado por el Papa (coronación imperial).
Carlomagno, con la ayuda de Alcuino de York y de Teodulfo, creó una escuela palatina, para formar servidores del estado, laicos y clérigos.
Carlomagno era el intermediario entre Dios y la tierra: un solo Dios, un solo hombre en la tierra. El cristianismo fue para él el nexo más seguro entre las diversas partes de su imperio.
Organización del imperio
Carlomagno intentó organizar los territorios conquistados. En su inmenso imperio, donde algunas regiones conservaban una relativa autonomía, mantuvo las instituciones francas.
El conde, colocado por el rey a la cabeza de cada pagus (condado), tuvo poderes muy amplios, tanto administrativos como militares.
El obispo y el abad de algunos grandes monasterios aconsejaban o vigilaban al conde, promulgaban y aplicaban con él las ordenanzas emanadas de palacio: las capitulares (órdenes del rey);
* Los vassi dominici mandaban a los hombres que dependían de ellos en la ost (hueste) y contribuían a la vigilancia de la región.
* Los missi dominici, agrupados generalmente en parejas, uno laico y otro eclesiástico, estaban encargados de realizar inspecciones sobre diversos asuntos, una o varias veces al año.
Ambos (vassi y missi) asistían a pp del verano de cada año al plaid general, asamblea en la que el emperador tomaba contacto con los agentes del poder y con el pueblo. El palacio recibía las reclamaciones y los ruegos; del emperador emanaban las instrucciones.
Carlomagno intentó sustituir las órdenes orales por textos escritos: los más importantes fueron las capitulares (ordenanzas divididas en capítulos) que atestiguaban su voluntad de unificar el imperio y de ser obedecido en todas partes.
Aspecto judicial
Intentó ejercer la justicia directamente o por delegación en los tribunales condales (para campesinos, vasallos,...).
El emperador juzgaba los casos de las altas alcurnias, casos en que se juzgaba a aristócratas.
Los condados tenían potestad para juzgar a campesinos.
Para ejercer el derecho de juzgar las partes tienen que pagar.
La última instancia a la que se recurría, cuando no se llegaba a un acuerdo, era al juicio de Dios.
Organización del imperio a través de lo militar
Carlomagno trató de mantener la unidad militar.
Una de las fórmulas que utilizó para ello fue a través del beneficium. Consiste en la entrega de tierras en usufructo. Los campesinos que estaban en estas tierras tienen que pagar rentas a los militares, para pagarse su armamento. El emperador podía revocar esos beneficios y entregarlos a otros vasallos. Era una práctica usual. De esta manera se garantizaba la fidelidad de los guerreros.
(Pirámide: rey, vasallos, señores, campesinos,...)
Existe un doble vínculo entre vasallos:
* De carácter personal: encomendación del vasallo al señor. Se basaba en símbolos, gestos.
* De carácter real: se entrega el beneficio. A cambio estos vasallos deben servicios al señor de dos tipos:
- Auxilium: Servicio de armas. Se autofinanciaba con rentas de campesinos.
- Consilium: Consejo, asesoramiento en pleitos. Especie de consejo en el que asesoraban al señor en cuanto a cuestiones políticas a seguir.
Carlomagno muere en el 814 y es sustituido por su hijo, Luís el Piadoso (o Ludovico Pío), que reina de 814-840. Le resulta difícil conservar el Imperio. Tiene un carácter más débil que el de su padre y está influido por la Iglesia, que se aprovecha de su debilidad. Demostró poco inclinación hacia las actividades guerreras, y se ocupó con preferencia de la administración eclesiástica.
En el 817 reguló por adelantado su sucesión, concediendo a cada uno de sus tres hijos el gobierno de un reino.
La fragmentación del poder se va a ver potenciada por:
1- El reparto del Imperio.
2- Segundas invasiones.
1- Reparto del imperio
El problema del reparto lo va a aprovechar la aristocracia, apoyando a unos y otros, y recibiendo como beneficios inmunidades como evitar el control de los oficiales del rey en tierras de los señores.
En el 840 muere Luís el Piadoso y se tienen que hacer realidad las particiones. El hijo mayor del rey, Lotario, trató de hacer valer su primogenitura. Pero había dos herencias más, las de sus hermanos Luís y Carlos, que tratarán de evitar el poder de Lotario.
En el 843, los tres hermanos, firman el tratado de Verdún, en el cual el Imperio queda dividido en tres partes:
* Occidental: Carlos el Calvo.
* Central: Lotario.
* Paises germánicos del E de Lotaringia (futura Alemania): Luís el Germánico.
De esta manera el territorio queda fragmentado en tres.
2- Segundas invasiones
El Imperio va a sufrir varias invasiones por parte de pueblos como los vikingos, húngaros, sarracenos,... En el reino existía un clima de ruina e inseguridad que va a contribuir a fortalecer los siguientes procesos:
* La existencia de vikingos por occidente, sarracenos por el sur y húngaros por oriente provocará una defensa por parte de los habitantes del Imperio contra las invasiones. Esto hará que algunos aristócratas obtengan más poder.
* Debido al clima de inseguridad se van a producir deserciones de esclavos, desestructurándose así la sociedad.
En estas circunstancias el título imperial pasa de unas manos a otras.
El Imperio estaba muy dividido y, debido a las sucesivas generaciones y sus descendientes, se va a ir fragmentando cada vez más.
Del 885-888 se va a ir desintegrando la unidad del Imperio. Esta situación va a generar los siguientes procesos:
* El fortalecimiento de principados territoriales bajo la dirección de una sola persona, que ostentaba el título de duque, y que se declaraba vasallo de uno de los múltiples reyes del Imperio Franco.
* La fijación del ceremonial de la coronación de los reyes franceses del reino. Lo retoma el obispo del reino, lo que garantiza la participación de la legitimación real (preserva la figura del rey).
* La vinculación entre la prestación de homenaje, la fidelidad, y dar el beneficium del feudo, a quien se prestaba al homenaje. Si no hay beneficium no hay homenaje. En el s. IX los señores necesitan más las ayudas de sus vasallos, por tanto, tenían que dar más tierras. Más tarde el derecho de los vasallos se hace hereditario, el rey ya no lo puede reclamar. A finales del reinado de Carlos el Calvo nacen verdaderos principados territoriales, que en adelante estuvieron en manos de grandes familias y llegaron a hacerse casi independientes, a pesar de los esfuerzos del soberano.
* En Francia occidental, en el 888, los vasallos elevan al trono a Eudes (condado de París). La aristocracia, en contra, apoyaba la candidatura de Carlos el Simple (último carolingio que reinó). Más tarde, durante un siglo, se va a prolongar la lucha entre Robertinos y Carolingios. A ff del s. X (987), un robertino, Hugo Capeto, consigue imponerse por un golpe de estado y logra imponerse como heredero del trono en Francia.

Invasiones Bárbaras I
Invasiones Bárbaras II
El Feudalismo
Las Cruzadas
La Iglesia
Los Eslavos
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EL IMPERIO DE CARLOMAGNO

El reino de los francos fue el más estable y duradero de los fundados por los pueblos germánicos en Europa.
A partir del siglo VIII, una nueva dinastía de reyes, descendientes de la familia de los Heristal, le dio su mayor esplendor, y extendió su poder a todos los países de Occidente, en la misma época en que los árabes consolidaban su dominio en la península ibérica. Carlos Martel que, como vimos, detuvo a los árabes en su avance sobre Europa en la memorable batalla de Poitiers (732), tuvo dos hijos: Carlomán, que profesó como monje, y Pipino, apodado el Breve por su baja estatura, que depuso a Childerico III y se apoderó del trono en el año 751 y reinó hasta el 768, inaugurando la dinastía de los carolingios. A su muerte, sus dos hijos, Carlomán y Carlos, fueron elegidos reyes de los francos, pero, como era de prever, no lograron coordinar sus acciones y se enfrentaron entre sí.
La solución de esta difícil situación se vió facilitada por el fallecimiento de Carlomán en el año 771, con lo que quedó Carlos en posesión total de los dominios de su familia, pues los hijos de Carlomán lo eligieron como jefe.
CARLOMAGNO
Carlos ya era conocido por sus condiciones personales como El Grande (Magno), por lo cual fue llamado Carlomagno. Una vez en ejercicio del poder, Carlomagno se dirigió a combatir a los lombardos en Italia, para proteger al papa Adriano IV. En el año 774 venció a Desiderio, rey de los lombardos, y dos años después deshizo por completo su reino. Desde entonces Italia quedó repartida, entre ti-es soberanos: el papa, Carlomagno y el emperador bizantino.
Carlomagno se proclamó rey de los longobardos y ciñó la corona de hierro, así llamada porque su aro interior había sido hecho con un clavo utilizado en la crucifixión de Jesucristo.
Poco tiempo más tarde, fue llamado a España (778) por un jefe árabe sublevado contra el emir de Córdoba. En consecuencia, atravesó los Pirineos y venció a los moros, obligándolos a retroceder en el territorio conquistado hasta la línea del río Ebro. A su regreso la retaguardia de su ejército fue sorprendida por los vascos o gascones y derrotada en el paso de Roncesvalles, donde murió su sobrino Rolando o Roldán, episodio que dio lugar a una famosa composición en verso.
Con posterioridad, los francos organizaron seis expediciones, con resultado de las cuales Carlomagno fundó dos marcas o provincias fronterizas, la de Barcelona y la de Gascuna.
Carlomagno culminó luego una larga guerra (772-785) contra los sajones, eficazmente conducidos por Widukindo, los que, a pesar de una enconada resistencia, fueron finalmente vencidos y sometidos, convirtiéndose al cristianismo.
Estos triunfos le permitieron extender sus dominios hasta el río Oder. Los bávaros fueron también vencidos y la misma suerte corrieron los ávaros, descendiente de los hunos (788-796), establecidos sobre las costas del Danubio. Finalizada esta campaña, Carlomagno creó la marca del Este (Ostereich), que más tarde constituyó el reino de Austria.
EL IMPERIO
Una vez Finalizadas estas campañas, las posesiones de Carlomagno comprendían la Galia, Italia, Germania y una parte de España, con lo cual quedó restablecido el antiguo Imperio romano de Occidente.
Fue en estas circunstancias que el 25 de diciembre del año 800, mientras Carlomagno oraba en la basílica de los apóstoles San Pedro y San Pablo, en Roma, el papa León III ciñó su cabeza con la corona imperial, a semejanza de lo que ocurría con los emperadores de Bizancio. De esta manera se consolidó la unión de la Iglesia y el estado.
Para mejorar la administración de su vasto imperio, Carlomagno acrecentó el número de duques y condes, cuyos subalternos fueron los vicarios y los centenarios. La labor de éstos se complementaba con la de otros funcionarios de confianza llamados missi dominici (enviados del señor), que recorrían el territorio en cada estación, de dos en dos un conde y un obispo—, para verificar el buen desempeño de sus súbditos.
Dos veces al año se celebraban las asambleas nacionales en las que participaban solamente los obispos, los duques y los condes. Durante su transcurso Carlomagno publicaba sus ordenanzas conocidas con el nombre de capitulares, por estar enunciadas en capítulos, que no siempre tenían el carácter de leyes. En ocasiones se trataba de normas o preceptos morales. Carlomagno prestó principal atención a la organización militar, a cuyo efecto las provincias fronterizas, llamadas marcas, estuvieron a cargo de jefes que recibieron el nombre de Margraves en Alemania y marqueses en los países latinos. El ejército se componía de hombres libres, que debían aportar sus elementos de combate, cuya cantidad y calidad variaba de acuerdo con el patrimonio de cada combatiente. También tuvo especial preocupación por la organización eclesiástica, de la cual se sentía responsable. Con tal objeto creó nuevos obispados y obligó al pago del diezmo, que consistía en el aporte de la décima parte de las cosechas, para el mantenimiento de la Iglesia. Durante el reinado de Carlomagno se llevaron a cabo numerosas obras públicas, entre las que sobresalieron los puentes de madera levantados sobre el Rin y el Danubio; el comienzo de la construcción de un canal entre ambos ríos y la edificación de palacios.
El Imperio Carolingio
El Renacimiento Carolingio
En materia cultural, Carlomagno procuro estimular el desarrollo de las letras y de las ciencias, decaídas por efecto de las luchas, a través de su propio ejemplo. A tal efecto, aprendió el latín y estudió la lengua germánica. Fundó escuelas y se rodeó de sabios, entre los cuales sobresalieron el teólogo Alcuino, nacido en Inglaterra, el lombardo Diácono y el germano Eginardo. Carlomagno asistió a la escuela que funcionó en su propio palacio de Aquisgrán, que mas bien tenía el carácter de una academia, donde se trataban y discutían temas de carácter científico y literario, basados en el estudio de las denominadas artes liberales, que comprendían el trivium (gramática, retórica y dialéctica) y el quadriuium (geometría, aritmética, astrología y música), según el método de lectura y comentario de textos. Paralelamente funcionaba una escuela para niños, que visitaba con frecuencia.
Hasta entonces eran pocos los que tenían una cultura clásica. Entre ellos sobresalían los monjes benedictinos, quienes fueron los más celosos custodios de esa valiosa herencia. Este resurgimiento cultural ha sido llamado el renacimiento carolingio.
División del imperio
Rodeado del cariño de su pueblo y de la admiración de los extranjeros, Carlomagno falleció en su palacio de Aquisgrán (Aix-la-Chapelle), el 28 de enero de 814. A su muerte, los pueblos sometidos trataron de recobrar su independencia y la estructura del imperio se resquebrajó hasta partirse.
Su hijo Luis el Benigno o Ludovico Pío, que le sucedió en el trono, dividió el imperio en el año 817 entre sus tres hijos: Lotario, Pipino y Luis. Disconforme con este reparto, su sobrino Bernardo, que era el rey de Italia, se sublevó, pero fue vencido.
Posteriormente, Ludovico se casó en segundas nupcias con una hija del rey de Baviera (819) con la que tuvo otro hijo, Carlos, a quien quiso hacer partícipe del reparto y entregarle un reino, pero sus otros hijos se sublevaron y Ludovico fue depuesto, aunque más tarde fue restablecido en el trono por la asamblea de Nimega (830).
Esta resolución dio lugar a que sus hijos se sublevaran nuevamente en el año 833. Abandonado por su ejército, fue degradado públicamente, pero poco después fue restaurado por segunda vez en el trono (834).
Tiempo más tarde, su hijo menor, Luis el Germánico, quitó sus dominios a los hijos de Pipino, rey de Aquitania, que murió en el año 838 y además, convenció a su hermano Lotario que le cediera sus posesiones; con lo cual unificó las fuerzas para luchar contra su padre, que falleció en 840, cuando se dirigía a enfrentar al vástago rebelde.
Con la muerte de Ludovico Pío, sus dos hijos menores , Luis y Carlos, se unieron contra Lotario, que reclamé la 3ucesión de su padre y el título de emperador. El entredicho derivé en un enfrentamiento militar, que tuvo lugar en Fontenoy, el 25 de junio de 841. La batalla se prolongó durante todo un día, hasta que el ejército de Lotario se retiro del campo, sin estar definitivamente derrotado.
En esas circunstancias, Luis y Carlos ratificaron su unión con el famoso juramento de Estrasburgo. prestado en presencia de los dos ejércitos (842).
Tratado de Verdún
Al año siguiente (843), Lotario se avino a firmar un tratado en Verdún, por el cual se llevó a cabo otro reparto, de tal manera que Carlos, apodado el Calvo, se quedó con la Galia, aunque con una superficie más reducida, comprendida por los ríos Escalda, Mosa, Saona, los montes Cevenes y la desembocadura del Ródano. A este territorio se lo llamó Francia. Luis el Germánico obtuvo la extensión situada al Este del Rin, que se llamó Germania (Alemania). Por último, Lotario recibió Italia y una franja de territorio separada de la Galia. que comprendía parte de Suiza, la Borgoña, Provenza y Austrasia (Alcasia y Lorena). Todo el conjunto recibió el nombre de Lotaringia.
Con esta división, desapareció el imperio de Carlomagno y surgieron tres incipientes estados que, con algunas variantes en su integración territorial, perduraran hasta nuestros días.
No obstante, la desmembración no se contuvo con esta división, sino que cada una de las tres partes continué fraccionándose en pequeños estados.
En Francia, Carlos el Calvo no pudo mantener su autoridad sobre los duques, marqueses y condes, que fueron emancipándose gradualmente. Estas divisiones fueron favorecidas por el famoso edicto de Mersen (847), del propio Carlos el Calvo, por el cual se establecía que los hombres libres debían reunirse en tomo de un señor, y luego por el edicto de Krersy del Oise (877), que admitió que el título de conde fuera hereditario.
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Los carolingios [editar] de yesenia salazar 1 año c
Véase también: Carolingios


La dinastía deriva del matrimonio de los hijos de Arnulfo de Metz y Pipino el Viejo, ambos descritos por Fredegario como los señores más importantes de Austrasia. La familia consolidó su poder desde el segundo tercio del siglo VII consiguiendo que el oficio de mayordomo de palacio fuese hereditario, y convirtiéndose así en los verdaderos gobernantes de los francos; mientras que los reyes merovingios quedaban reducidos a un papel nominal, es por ello que se les denomina «Reyes holgazanes»
El mayordomo de palacio de todos los reinos merovingios, Pipino el Breve (hijo del mayordomo Carlos Martel y descendiente de Pipino el Viejo), logró destronar a su rey merovingio Childerico III en 751, y fue reconocido rey de los francos con apoyo del Papa Zacarías, y posteriormente ungido como rey por el Papa Esteban II en 754. Así, aunque Pipino fue rey electo, aseguró su legitimidad divina a través del Papa.
En efecto, Pipino consolidó su posición en 754 al fraguar una alianza con el papa Esteban II, quien obsequió al rey de los francos una copia de la Donación de Constantino en París, y le ungió a él y a su familia en una majestuosa ceremonia en Saint-Denis, declarándole «patricius Romanorum» («protector de los romanos»). El año siguiente, Pipino cumplió la promesa hecha al papa y recuperó el exarcado de Rávena, recientemente perdido ante los lombardos, entregándoselo al papa en lugar de devolvérselo al emperador bizantino. Pipino entregó también los territorios reconquistados en los alrededores de Roma, dando pie a la creación de los Estados Pontificios en la Donación de Pipino, que dejó en la tumba de San Pedro. El pontífice tenía buenas razones para esperar de la reconstruida monarquía franca que proporcionara una base de poder leal (potestas) en la creación de un nuevo orden mundial, centrado en la figura del papa.

Carlomagno [editar]
Artículo principal: Carlomagno

Estatua de Carlomagno en Fráncfort (Alemania)
Pipino repartió el reino a su muerte en 768, entre sus hijos Carlos y Carlomán. De todas formas, Carlomán se retiró a un monasterio y murió poco tiempo después, dejando a su hermano como único rey. Éste pasaría más tarde a ser conocido como Carlomagno, en francés Charlemagne y en alemán Karl der Große. Era un personaje poderoso, inteligente y relativamente culto, que se convertiría en una leyenda para la historia posterior tanto de Francia como de Alemania. Carlomagno restableció un equilibrio de poder entre el emperador y el papa.
A partir del año 772, Carlomagno emprendió una larga guerra en la que conquistó y derrotó a los sajones para incorporar sus territorios al Imperio Franco (las últimas incursiones de Carlomagno sobre los territorios sajones está datada en 804 por los Annales Regni Francorum). Esta campaña se sumó a la práctica de líderes cristianos no romanos que provocaban la conversión de sus vecinos por la fuerza. Los misionarios católicos francos, junto a otros de Irlanda y de la Inglaterra anglosajona, habían penetrado en territorio sajón desde mediados del siglo VIII, resultando en un aumento de los enfrentamientos con los sajones, que se resistían a los empeños misionarios acompañados de incursiones militares. El principal oponente sajón de Carlomagno, Widukind, aceptó ser bautizado en el 785, como parte de unos acuerdos de paz, pero otros líderes sajones continuaron con la lucha. Tras su victoria en el 782 en Verden, Carlomagno ordenó la matanza masiva de miles de prisioneros sajones paganos. Tras varios levantamientos más, los sajones sufrieron la derrota definitiva en el 804. Esto expandió el Imperio Franco hacia el este, hasta el río Elba, algo que el Imperio Romano sólo intentó una vez, y en lo que falló en la batalla del Bosque de Teutoburgo (año 9 d. C.). Para poder cristianizar con más efectividad a los sajones, Carlomagno fundó varias diócesis, entre las que se cuentan las de Bremen, Münster, Paderborn y Osnabrück.
Al mismo tiempo (773774), Carlomagno conquistó a los lombardos, incluyendo de esta manera el norte de Italia en su esfera de influencia. Renovó el donativo al Vaticano y la promesa al papado de continuar la protección por parte de los francos.
En el 788, Tasilón III, duque de Baviera, se rebeló contra Carlomagno. Tras aplastar la revuelta, éste incorporó Baviera a su reino. Además de expandir los horizontes de sus dominios, redujo de manera drástica el poder y la influencia de los agilofingios (la familia de Tasilón), otra de las familias influyentes de entre los francos y sus potenciales rivales. Hasta el 796, Carlomagno continuó expandiendo su reino todavía más hacia el sureste, hasta la actual Austria y a partes de Croacia.
De esta manera, Carlomagno creó un reino que alcanzaba desde los Pirineos al suroeste (incluyendo de hecho una zona del norte de la Península Ibérica (Marca Hispánica tras 795), pasando por casi toda la Francia moderna (a excepción de Bretaña, que nunca fue conquistada por los francos), y al este la mayor parte de la actual Alemania, incluyendo el norte de Italia y la actual Austria. En la jerarquía de la Iglesia, los obispos y abades buscaban la protección del palacio del rey, fuente tanto de protección como de seguridad. Carlomagno se había erigido en líder de la cristiandad occidental, además de impulsar un «Renacimiento carolingio» en la cultural literaria, gracias a su apoyo a monasterios como centros de enseñanza.

Carlomagno según una ilustración de Alberto Durero (1511)
El día de Navidad de 800, el papa León III coronó a Carlomagno como «Emperador que gobierna el Imperio Romano», en Roma, en una ceremonia presentada como inesperada, puesto que Carlomagno no deseaba encontrarse en deuda con el obispo de Roma, y a su hijo Carlos el Joven como rey de los francos. Se trataba de uno más de los gestos llevados a cabo por el papado para definir los papeles de auctoritas papal y potestas imperial; así como para considerarle como sucesor de los emperadores romanos. Esto originó una serie de disputas con los bizantinos por el nombre de Imperio Romano. Tras una primera protesta por la usurpación, en 812, el emperador bizantino Miguel I Rangabé reconoció a Carlomagno como emperador (basileus), pero no como emperador de los romanos (Βασιλεύς των Ρωμαίων), título que se reservó el bizantino como el verdadero sucesor de los emperadores romanos. La coronación sirvió para dar una legitimidad permanente a la primacía carolingia entre los francos.
Tras la muerte de Carlomagno el 28 de enero de 814 en Aquisgrán, fue enterrado en su Capilla Palatina.

Carolingios posteriores [editar]
Carlomagno tuvo varios hijos, pero sólo uno le sobrevivió. Fue Luis el Piadoso, quien sucedió a su padre al frente del imperio unificado. Pero el hecho de que heredase el puesto fue más un asunto de azar que intencionado. Tras tres guerras civiles, Luis murió en 840, y sus tres hijos supervivientes decidieron repartirse el territorio en el tratado de Verdún, en 843:
1. El hijo mayor (de los que sobrevivieron), de Luis, Lotario I emperador desde el año 817, le correspondió los francos centrales con las capitales imperiales Aquisgrán y Roma. A su vez, sus hijos se dividieron este imperio en Lotaringia, Burgundia e Italia (septentrional). Estas zonas desaparecerían más tarde, integrándose en el Imperio germánico.
2. El segundo hijo de Luis, Luis el Germánico, pasó a ser rey de los francos del este. Esta zona sería el origen de lo que más tarde fue el Sacro Imperio Romano Germánico, que con el tiempo llegó a ser, aproximadamente, la actual Alemania.
3. Su tercer hijo, Carlos el Calvo, pasó a ser rey de los francos del oeste. La zona que ocupó llegaría a ser la actual Francia.

El reino de Carlomagno sobrevivió a su fundador y se extendió por gran parte de la Europa occidental, sin embargo, sus sucesores se mostraron incapaces de mantenerlo. El mapa muestra los territorios del el emperador Luis II (verde), y los del rey de los francos orientales Luis el Germánico (amarillo) y occidentales Carlos el Calvo (morado) tras el reparto del tratado de Mersen (870).
Más tarde, mediante el tratado de Mersen (870) y Ribemont (880) se realizó una nueva división de los territorios, en detrimento de Lotaringia.
El 12 de diciembre de 884, tras una serie de fallecimientos, el emperador Carlos III el Gordo reunió la mayor parte del Imperio Carolingio, sólo Bosón de Provenza resistía como rey en Vienne.
A finales de 887, su sobrino, Arnulfo de Carintia se sublevó y se hizo con el título de rey de los francos del este (actual Alemania). Carlos se retiró y murió poco después, el 13 de enero de 888. Italia, y las dos Borgoñas tuvieron reyes propios. En la Francia occidental, Odón, conde de París fue elegido rey y fue coronado al mes siguiente, pero en Aquitania Ranulfo se proclamó rey. Diez años más tarde, los carolingios recuperaron el poder en Francia, donde gobernaron hasta 987, año de la muerte del último rey de la dinastía carolingia Luis V.

Causas de la disgregación del Imperio [editar]
A pesar de sus esfuerzos y su inclaudicable empeño, Carlomagno no logró dotar a su Imperio de una organización política que pudiera subsistir por sí misma a las amenazas que se cernían sobre él. Toda la organización del Imperio descansaba sobre una condición necesaria: la fidelidad de los nobles al Emperador y Rey de los Francos y de los Lombardos. Todo ello en un contexto económico y social en el cual los condados se volvían cada vez más autónomos: en principio, como resultaba muy costoso mantener a un guerrero a caballo con todo su equipamiento, sólo los grandes propietarios podían permitírselo y los restantes hombres libres no tenían otra alternativa que encomendarse a un señor como vasallos. Hay que destacar que no existía un ejército permanente en el Reino de los Francos sino que se realizaban levas de armas y cada guerrero debía equiparse por su cuenta. Se vivía en una sociedad rural cuya economía era la agricultura de subsistencia, las ciudades estaban despobladas y reducidas a su mínima expresión y el comercio había prácticamente desaparecido. La burguesía aún no había surgido como clase social y las provincias tenían que subsistir con sus propios recursos.
Así, entre el Emperador y los hombres libres cada vez cobró más fuerza la casta intermediaria de los nobles a quienes sus vasallos debían responder. Era sólo cuestión de tiempo que en un tan extenso Imperio en el cual las comunicaciones eran tan escasas y deficientes, los vasallos respondieran más a sus señores locales que al Emperador.
Mientras Carlomagno vivió, su extraordinario y bien ganado prestigio, su mano firme y su férrea voluntad, y los beneficios que reportaban a la nobleza las conquistas territoriales, hicieron que se le obedeciera por encima de la desintegración que estaba en ciernes. Únicamente si su sucesor hubiera sido un rey con los talentos de Carlomagno hubiera tenido el Imperio posibilidades de sobrevivir. Pero su hijo Carlos, quien tenía un gran talento militar y a quien Carlomagno había confiado algunas de sus misiones más difíciles, lamentablemente no le sobrevivió.
Ya en vida de Carlomagno se había producido un hecho que habitualmente la mayoría de los historiadores no menciona pero que nos permite deducir que algo malo estaba pasando con la fidelidad sobre la base de la cual estaba erigido el esqueleto del Imperio. En el verano del año 807, muy pocos de los señores y guerreros convocados a la asamblea anual se presentaron y, por primera vez, la asamblea no pudo realizarse. Fue un hecho sin precedentes. Carlomagno lo interpretó como una rebelión a su autoridad, envió a sus missi a investigar cada condado y castigó con edictos esa creciente deserción.
Muerto Carlomagno y dado el poco talento político de su hijo y sucesor Luis el Piadoso, los hechos se precipitaron. Las guerras civiles entre el monarca y sus hijos acabaron con el prestigio del Emperador. La fidelidad que sólo se mantenía por la extraordinaria figura de Carlomagno desapareció y el Imperio, ya herido de muerte, terminó de naufragar merced a la exacerbación de los ataques de los nórdicos, dando paso al pleno auge del Feudalismo.
Pero no nos engañemos: el Imperio era inviable dadas las condiciones económicas, políticas y sociales de la época y sólo la fortísima personalidad y el talento de Carlomagno habían podido sostenerlo. Sus sucesores estaban llamados a beber, a su turno, de la misma copa amarga de la que sus antepasados habían hecho beber a los reyes merovingios.

El legado carolingio [editar]
A pesar de ser algo accidental desde el punto de vista histórico,la unificación de la mayor parte de lo que hoy conocemos como Europa central bajo el mando de un sólo líder sirvió de sustrato para la continuación de lo que se conoce como «Renacimiento carolingio». A pesar de las guerras internas casi constantes que tuvo que soportar el Imperio Carolingio, la extensión del gobierno franco y la cristiandad romana en un territorio tan vasto aseguró una unidad fundamental durante el imperio. Cada parte del Imperio Carolingio se desarrolló de manera distinta; el gobierno y la cultura de los francos dependían en gran medida de cada uno de los líderes y de sus objetivos. Objetivos que cambiaban tan fácilmente como las alianzas políticas entre las distintas familias francas. De todos modos, esas familias, incluidos los carolingios, compartían todas las mismas creencias básicas e ideas de gobierno. Ideas y creencias que tenían sus raíces en un pasado proveniente tanto de la tradición germánica como romana. Una tradición que se remonta a mucho antes del ascenso de los carolingios y que se prolongó en cierta medida incluso después de las muertes de Luis el Pío y sus hijos.

Política interior [editar]
Carlomagno dividió el territorio en marcas, condados y Ducado:
Condados: Era la unidad de la circunscripción administrativa encomendada a un conde con el fin de cumplir las disposiciones reales, presidir el mallus judicial, dirigir los contingentes militares, cobrar impuestos y ordenar el gasto. , que nombraba el rey y les otorgaba poder militar, administrativo y judicial.
Marcas: En las zonas fronterizas el mando militar de varios condados se unifica en manos de un marqués, aunque los condes conservaban el resto. Así ocurría en las marcas de Gotia, Bretaña, Friul, Nordalbingia y venda, y la Marca ávara.
Ducado: Podía designar a un título de prestigio que alude a una categoría de mando elevada, sencillamente a un marqués, o a algún territorio autónomo o externo al imperio.
El máximo poder del Imperio residía en el emperador, que tenía poder para convocar las armas, administrar justicia y designar a los nobles que gobernaban los territorios.
El palacio o corte era el núcleo de la Administración y estaba dirigido por un chambelán (sucesor del cargo de mayordomo de palacio). A su cargo estaban el copero, responsable de la bodega; el mariscal, responsable de la caballería y el establo; y el senescal, responsable de los asuntos de la corte. Las otras instituciones de la Administración eran la cancillería, que dirigía los asuntos civiles y eclesiásticos, así como el tribunal palatino, que aplicaba las leyes a los habitantes del Imperio.
Los condes percibían como pago a su gestión las rentas o usufructo de una parte de fisco que la monarquía tenía en el condado, a esto se llama honor. Dada la gran extensión del territorio imperial y el deficiente nivel técnico de los medios de comunicación, los condes aprovechaban para abusaban de su poder para aumentar sus propiedades territoriales radicadas en el condado y emparentar con familias poderosas del condado. Los inspectores de palacio o missi dominici eran los encargados de que los marqueses y los condes gobernaran según las directrices del Emperador, para ello acudían en parejas a los territorios a comprobar el cumplimiento de las leyes. Sin embargo, los condes salían de un ámbito reducido de terratenientes aristocráticos, y de la misma forma los missi, de manera que aunque actuaban fuera de su esfera de influencia, compartían los intereses de aquellos a quienes inspeccionaban.
Cuando la realeza fue fuerte, pudo imponer su autoridad sobre los condes, pero cuando la realeza carolingia decaiga en poder militar por las guerras civiles y los saqueos normandos, sarracenos y magiares, resultó más difícil desproveer a un conde de la jurisdicción del territorio asignado.

Economía [editar]
Artículo principal: Economía del Imperio Carolingio
El comercio en la época del emperador franco Carlomagno (742-814) se redujo al transporte de algunos toneles de vino o sal, al tráfico prohibido de esclavos y a unos pocos artículos de lujo traídos de Oriente. Desde el cierre del Mediterráneo por el Islam se acabó la actividad comercial regular, la circulación constante y organizada, así como la clase de mercaderes profesionales o de sus establecimientos en las ciudades. Aunque pervivieron pequeños y rudimentarios mercados locales, se destacó el empobrecimiento general de la época. La circulación de dinero se volvió lenta e insuficiente. Aunque el imperio de Carlomagno fue muy brillante culturalmente hablando, en el aspecto económico fue un siglo de regresión. Los recursos del soberano se limitaron a las rentas de sus dominios, a los tributos de los pueblos vencidos y al botín de guerra.
La base económica, tanto del Estado como de la sociedad, será entonces la propiedad territorial. El estado Carolingio fue esencialmente agrícola. El comercio era insignificante y por lo tanto no existía más fortuna que los bienes raíces, ni más trabajo que el rural. La desaparición de los pequeños propietarios libres se aceleró, la necesidad de protección los obligó a buscar la tutela de los poderosos.
Con la casi desaparición de la circulación comercial, de la clase comerciante y de la población urbana, resultó inútil seguir produciendo más de lo mínimo indispensable para la subsistencia de los habitantes, propietarios y arrendatarios, que vivían en el dominio. La economía de cambio fue sustituida por una economía de consumo. Cada dominio, en lugar de continuar su relación con el exterior, constituyó un pequeño mundo aparte. Vivió de sí mismo y para sí mismo.

Cultura y arte [editar]
Se suele conocer a este periodo del entorno del año 800 con el nombre de Renacimiento carolingio, no tanto porque diera origen a algo similar al Renacimiento del siglo XV, sino por comparación con la decadencia cultural del periodo anterior.
Carlomagno (como la mayoría de los hombres de su tiempo, incluidos los nobles y muchos clérigos) no sabía leer, ni escribir, ni siquiera aritmética. No obstante, intentó elevar el nivel cultural del Imperio creando la Escuela Palatina de Aquisgrán, y puso en su dirección al célebre Alcuino de York. En ella se formaron él, sus hijos y todos los funcionarios de la corte.
Esta Escuela se convirtió en modelo para la fundación de otras en toda Europa. Divulgó las artes, las ciencias, las letras y todo el conocimiento de la Antigüedad con sus materias:
Trivium: retórica, gramática y dialéctica.
Quatrivium: geometría, astronomía, aritmética y música.
El arte carolingio estaba basado fundamentalmente en dos estilos: el arte clásico griego y el arte cristiano, pero con algunas influencias de sus vecinos bizantino e islámico.
Escultura: Los ejemplos conservados son muy escasos, si bien las esculturas de marfil han sobrevivido y son de una gran belleza.
Arquitectura: La arquitectura carolingia se reflejaba en edificios religiosos y algunos palacios. Se caracteriza por usar la planta de cruz latina de tres naves; arcos de medio punto, de herencia romana; cubiertas de madera; columnas con capiteles esquemáticos y pilares cuadrados y cruciformes.
Mosaicos y miniaturas: Entre las obras de arte más notables de esta época, sobresalen los mosaicos y las miniaturas que ilustran los Evangelios, además de la orfebrería que decoraba todos sus templos